miércoles, 26 de noviembre de 2008

Implicaciones de la etnoficcion desde el horizonte del autor investigador en la produccion literaria

TEXTOS FUENTE : La evolución de la oposición escritura/oralidad y las literaturas alternativas. *Etnoficción


“Colocado frente al otro, frente a una sociedad o subsociedad culturalmente ajena y predominantemente oral, el escritor o antropólogo deseoso de convertir su experiencia en escritura puede elegir, en un principio, entre dos prácticas fundamentales. Por una parte puede limitarse a describir “simplemente la vida colectiva que se ofrece a su vista, o a sus sentidos en general: práctica que se suele llamar etnografía. También puede tratar de transcribir con la mayor fidelidad posible los discursos del otro, sea los de la tradición o los que suscita por su presencia; el propio escritor antropólogo…”

La intencionalidad del autor en su trabajo, es resaltar como ciertos discursos no hegemónicos, instalados en la frontera, en la periferia, buscan hacerse escuchar, mediante mecanismos de corte textual a través de los cuales operan y transgreden el centro de la cultura dominante, lo normativo de lo literario occidental, lo canonizado como tal; procurando su vitalidad al existir como lo otro, lo exótico, lo diferente.

Inicia su discurso en el análisis que descubre al autor como investigador – escritor, haciendo referencia a varios textos de corte investigativo étnico que “ asumen al otro como un pretexto” para la composición de sus obras de corte ETNOFICCIONAL, desde una visión retrospectiva de este acontecer de lo literario, partiendo de la presentación de algunos rasgos de la etnoficción europea, donde se analiza el papel del autor como un investigador, las implicaciones de lo etnoliterario, la textualización del discurso y el papel del sujeto (autor-escritor-investigador) en la enunciación, acudiendo a múltiples ejemplos de las dos fronteras : la dimensión de trabajos de corte europeo y la presentación de modelos latinoamericanos, donde se particulariza mejor la conceptualización de la etnoficción. En este orden de ideas se marca desde los dos contextos diferencias fundamentales frente a la visión del Otro, a la noción de otredad.

Para ello parte de problematizar los márgenes de oposición presentes entre la oralidad y escritura como sistemas de conocimiento, criterios o medios de su legitimidad, para hacer énfasis dentro de lo etnoficcional en la figura del sujeto de enunciación de este tipo de discursos, cuyo interés fundamental es el de resignificar las prácticas de los saberes ancestrales de las comunidades indígenas o comunidades orales que algunos las asumen como marginadas que trabajan su memoria colectiva en un sistema simbólico diverso a la visión occidental del autor.escritor-investigador.

En todos los ejemplos que el autor nos refiere según mi criterio se quiere resaltar como son tratados y textualizados los discursos de la periferia de las comunidades indígenas que se rehusan desde su imaginario particular a formar parte de la totalidad unificadora del discurso occidental, al encontrarse a un lado del límite, al margen, se presentan en ocasiones ( la literatura indigenista, o literatura de la selva) como un medio de resistencia, como un poder encarnado en la identidad cultural, en la fuerza interna que ellos construyen a su decir en la comunidad, donde el autor investigador procura representar las voces de esos otros, materializar sus experiencias desde un horizonte que en ocasiones desterritorializa a sus discursos de su centro de legitimidad a través de tendencias culturales, estilos lingüísticos y contextualización geográfica.

En esta compleja tarea juega un papel central la distinción entre lo oral y lo escrito, la complejidad de estos dos sistemas de producción y transmisión de conocimiento en los ámbitos de la tradiciones y los peligros que en ocasiones encierra la traducción de lo oral a la escritura, considerando la gran carga significativa que se encierra en el primer sistema en algunas comunidades que son ágrafas:

“Cada uno de estos sistemas representa, al estado puro un estilo cultural: colectivo, el de la oralidad; individual el de la escritura."
"El sistema oral perdió con su marginalización, la “vigencia estatal” que alcanzó en los señoríos prehispánicos; en tanto que sistema de comunicación local, no sufrió ninguna transformación profunda. cada vez más sin embargo se ve amenazado…”

Se deja ver como la escritura marca actitudes dominantes de unos sectores culturales sobre otros.

“La cultura letrada, la escritura, el alfabeto, reproducen los mecanismos occidentales de dominación, fijan el habla, ratifican el discurso, suprimen otras formas de decir distintas al alfabeto, imponen la lógica binaria que invisibiliza al subalterno…”.

Se presenta así un cuestionamiento al desconocimiento que ha sufrido la oralidad desde la conquista, como una forma de conocimiento válido de una comunidad que configura mediante la palabra su cosmovisión, recargada de un amplio simbolismo que desde su pensamiento étnico es verosímil en sus prácticas rituales, en sus narraciones míticas y cosmogónicas, en sus “mundos de la vida”.

El autor plantea que en algunos casos desde las culturas caracterizadas por ser eminetemente orales, se puede asimilar la escritura como testimonio de “intolerancia al otro, rechazo a la diferencia y negación de su diversidad en un espacio cultural al que irrumpe un investigador letrado-autor, portador de unos modelos fragmentados de interpretación que no revivirán nunca la subjetividad de los mundos de narraciones orales de las comunidades que el mismo busca comprender, o en las que en ocasiones si se involucra en un ensimismamiento cultural las asume como escudo, como máscara para emprender una denuncia social :

“ En la etnoficción, en efecto surge una contradicción entre las características “occidentales” del texto literario(escritura, idioma, forma global, libro mercancía) y un discurso narrativo que aparenta ser “indígena” y “oral”. El autor en la etnofición, se coloca la máscara del otro, empresa no solo difícil sino a toda costa discutible”

Presenta entonces a la oralidad y al manejo de tales corpus discursivos desde una orientación etnográfica que nos orientan a hablar de la etnoficción entendida como:

“Una de las prácticas por las cuales el escritor o antropólogo convierte su experiencia en escritura. Lienhard define la etnoficción como la “recreación literaria del discurso del otro, la fabricación de un discurso técnico artificial, destinado exclusivamente a un público ajeno a la cultura <> (…) en la etnoficción en efecto, surge una contradicción entre las características <> del texto literario (escritura, idioma, forma global, libro mercancía) y un discurso narrativo que aparenta ser <> y <>. El autor en la etnoficción se coloca la máscara del otro…” (Lienhard, 1990: 289-291).

La voluntad del autor-investigador que materializa su encuentro con el otro da cuenta no sólo del entrecruzamiento de sistemas semióticos de representación de conocimiento, sino también la posibiidad que entre esas dos instancias se abre para legitimar los discursos de la periferia cultural y hacer posible su circulación en la hegemonía que maneja otra codificación.

A través de los textos que toma como referencia Lienhard deja clara la posición del autor- investigador en los relatos presentados, donde este es visto como un sujeto del sector letrado que opera como mediador entre dos discursividades, dos culturas, entre un mar multicultural que se lanza a representar y comprender desde tres posiciones :

Las prácticas investigativas testimoniales.
la posición del investigador : observador o partícipe.
Los discursos marginados , excluidos por su tendencia oral en la operatoria del canon.

Desde la escritura, pareciera que en ocasiones esos movimientos del autor investigador se relacionan o distancian, rozan o chocan, circulan en el ámbito de las producciones literarias.

Resalta que desde los géneros, desde la creación que implica la producción textual, el gran reto que se tiene es el abordar el pensamiento del otro, aprendiendo a atravesar tres desafíos :
Reproducir y legitimar un discurso oral que ha sido vivenciado.
Controlar la voluntad e intervención del investigador en el diseño del texto : organización interna, selección del material, recorte y manejo de los testimonios.
Traslado del discurso oral del investigado a la escritura: se busca recomponer fragmentos que no pueden ser enunciados sin la mediación del investigador.

En esta práctica se cuestiona las pretensiones que se lleva, analizando si estas buscan permear a través de la práctica investigativa o de creación discursiva testimonial, las ideologías del otro, al interpretarlas desde un sistema que las rodea, las contiene y las domina: la escritura, el decir occidental, la voz del investigador mediador. La dificultad radicaría aquí en el carácter ético de esos mediadores y el carácter legítimo de esos discursos.
Surge así el gran problema, la tesis fundamental de la etnoficción: ya que el autor-investigador no se limita a reproducir el discurso oral tal y como fue pronunciado, sino que se manifiesta un trabajo de recreación ( ficción) del discurso oral del informante.

Pero la fidelidad se pierde, puesto que la cultura investigada se hibrida, por la interpretación de los testimonios, descripciones, orden de los relatos y experiencias vividas, por la decodificación sesgada de las subjetividad y gestualidad de los investigados que no se puede agotar entre los sustantivos y verbos, pero por sobre todo se modifica por la impronta ideológica que deviene en la enciclopedia, posicionamiento y situación de enunciación del sujeto mediador.

El autor asume entonces el papel de un sujeto textual que vive en la multiculturalidad, en un sistema diglóstico, el investigador sería entonces según la perspectiva de Bajtín un sujeto escindido que vive en el intersticio de dos culturas, por un lado la experiencia con el informante del cual busca dar cuenta de su tradición y por otro su propio marco disciplinario.



Se plantea entonces una tensión entre la memoria individual del autor investigador y la memoria colectiva movilizada en la palabra del otro, al orientar el mundo cultural oral del investigado en la representación de géneros canónicos que se apartan de la genealogía de significaciones que toman las palabras en el decir y poder del lenguaje de una comunidad indígena o de cierto sector cultural que se busca comprender, puesto que aunque identifican la tradición, la búsqueda y rescate de identidad, al reconstruir su oralidad en grafías, desvanece su pasado histórico, su cosmovisión, para imponerse el discurso del letrado, la escritura, el orden de una u otra la tipología textual, la lengua universal.

Esta posición se desataca en Lienhard(7) cuando habla de la problemática de género, realizando una clasificación que involucra en principio la etnografía ( descripción de la vida colectiva de una étnia determinada) y el etnotestimonio ( transcripción de los discursos del Otro, que exige gran fidelidad).

A estas prácticas le suma otras tres que requieren un compromiso subjetivo, estético y científico mucho mayor :

Papel del observador: ficcionalización de lo que se ha- ose hubiera podido observar.
Reflexión científica sobre el resultado de la observación y el discurso del otro.
Recreación <> del discurso del otro, la fabricación de un discurso étnico artificial.

Se resalta la última categoría de donde se desprende más directamente el concepto de etnoficción, ya que como se menciono anteriormente en el traslado del discurso indígena a la escritura, el sujeto de la enunciación no se limita a reproducir el discurso oral tal y como fue pronunciado, sino que manifiesta un trabajo de re-creación (ficción) del discurso oral del informante.

Los sujetos sociales de estos discursos se posesionan de un lado y otro de una frontera cultural: viven y conviven en un doble sistema de signos, el ancestral como la voz del otro y, el sistema epistémico del autor investigador , que para el caso de la producción escrita se presenta como dominante.

Sin embargo en esta relación se hace posible el sujeto textual desde la imposición de un lenguaje dominante sobre otro dominado, ilegítimo que produce la desterritorialización del informante o comunidad, despojandolo de su simbología, de su lengua, sistema de signos, de su oralidad, que se destruye y se materializa en un registro escrito que recuerda el poder de la escritura.


¿Pero esas construcciones del etnógrafo, autor -investigador son literatura?. Desde la canonización de los géneros, los discursos del etnógrafo pertenecerían a la baja cultura, o a lo popular, al <<> de acuerdo a su origen y circulación, donde será central lo extraverbal que se traduce en codificación de vivencias, de encuentros y hallazgos de lo diferente o exótico con elementos seductores (mitos, rituales, cosmogonías, costumbres, luchas sociales) que aunque novedosas, no son productos literarios en lo perceptivo . Además literatura es sólo lo dictado por el canon de occidente, donde lo etnoficcional es cuestionado.

Como muestra de una actitud contestataria frente a los colonialismos culturales de diverso signo que se arrogan el derecho de decir que es o no literatura a partir de su unción en una lengua universal.

“Desde esa distancia se plantea una relación taxonómica que opone la etnografía a la literatura asignando a la primera la condición de discurso de saber y a la segunda la de discurso de suponer (Niño, 1997:34). Planteado así el problema de esas dos maneras de enunciación, donde los actores sociales asumen diversos roles: autor, narrador, investigador, etnógrafo; la polémica se cruza de un concepto que vitaliza la fuerza de la oralidad y ya lo he mencionado, la etnoficción, que irrumpe como un estilo particular de producción textual, en territorios culturales que difunden un pensamiento mas allá de las fronteras, en forma de novelas que llevan implícita una noción de “unidad cultural”.

Ya que la etnoficción hace presencia en varios autores con diversas caracterizaciones que tiene en común el arraigo a unos símbolos como presencia del otro en sus manifestaciones literarias,, la adopción y transformación entre os discursos del suponer y del saber, creando un tejido entre subjetividad y objetividad, verosimilitud y verdad (ficción y realidad) al quedar registrados como memorias culturales en producciones escritas con ciertas características estéticas., desde el discurso de ficción propio de la literatura que convierte los testimonios de las culturas marginadas, exóticas y diferentes en un producto cultural actual que puede a la vez servir a un investigador como documento etnográfico, histórico y literario.

Por tanto el reto a lograr desde el marco de la investigación es que en la construcción de estos discursos en los cuales ocupa un lugar importante el sujeto social letrado ( literato, antropólogo, sociólogo,investigador) quien caracteriza la existencia de los discursos a través de una relación peculiar entre los informantes y la propia práctica para hacer visible y comunicable el producto de esta interacción.